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LOGÍSTICA SOSTENIBLE: MÁS QUE UNA DECISIÓN, UNA OBLIGACIÓN
Contar con una logística sostenible solía considerarse como una ventaja competitiva para las empresas. Sin embargo, hoy es una exigencia por parte de los clientes, debido –en parte- a las grandes transformaciones que vive el planeta. Entre un inminente cambio climático y las obvias consecuencias del Covid-19, los mercados modernos se han encargado de asumir los efectos de su operación a nivel medioambiental y social. Pero aún falta.
La industria de la logística y el transporte ha tenido que adaptarse paulatinamente a un modelo cada vez más respetuoso con su entorno y con las personas. Y es que son los clientes y el planeta los que están mandando. No es menor si se agrega el cumplimiento, de aquí a 2030, de las 169 metas de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, donde el 9 (infraestructuras), 11 (ciudades y comunidades sostenibles), 13 (acción por el clima) y 17 (alianzas para lograr los objetivos) tienen relación con dichas industrias.
Unos hablan de logística verde, otros de logística sostenible. Parecieran ser lo mismo, pero lo cierto es que para Claudia Verdugo -Country Manager de Maxiloda- hay diferencias, siendo el segundo término su favorito a la hora de profundizar: “La logística verde ha estado muy enfocada en el tema de la huella de carbono que, por supuesto, es sumamente necesario. Pero una logística sostenible considera no solo los impactos sobre el planeta, sino que también sobre otras variables, como las comunidades. Cuando hablamos de una logística sostenible incluye aspectos que pueden tener un impacto sobre la calidad de vida de las personas. Ese enfoque, que busca desde el pago responsable hasta los beneficios que involucra a la comunidad, es lo que hay que empezar a mirar”.
Maxiloda es una empresa neozelandesa especialista en el desarrollo de soluciones para la optimización de carga. Y parte de su propuesta de valor en logística sostenible es reinvertir un porcentaje de sus utilidades en comunidades, por ejemplo, a través de un programa de certificación de choferes mujeres. “Nos sentimos orgullosos de que, utilizando nuestro sistema, nuestros clientes puedan cargar más y vayan a necesitar menos camiones, ahí hay un impacto en la huella de carbono inmediato. Pero también, vemos cómo parte de esa utilidad que recibimos, la reinvertimos para hacer que el sistema de la logística sea aún más justo y asequible para todos”, comenta Verdugo.
Las empresas y las industrias se han dado cuenta que no solo es el impacto de su operación concreta lo que afecta a nivel medioambiental y social. Gracias a las huellas de carbono se ha evidenciado la relevancia del impacto del transporte marítimo, terrestre y aéreo.
“Es en el transporte y la logística donde creemos que la tecnología, el desarrollo y la medición nos han permitido ver que hay una oportunidad de acción, de mejora y de bajar los niveles de emisiones”, dice Marisol Garrido, Subgerenta de Economía Circular en Volta, empresa que se dedica a la gestión de residuos y quienes ya certificaron su huella de carbono. “Ya podemos hacer una primera medición y entender cuál es nuestra huella en términos de la logística que implementamos con nuestros clientes. Ahora estamos trabajando en la segunda etapa: reducir esta huella para entender cómo hacer para que esta logística sea lo más eficiente posible. Una tercera etapa será lograr ser 100% carbono neutral”, señala Garrido.
La reconocida empresa de vasos de vidrio reciclado, Green Glass, nació con la sostenibilidad y sustentabilidad como pilares fundamentales de su existencia. Aun así, al medir su huella de carbono en 2021, notaron que sus mayores emisiones provenían del consumo eléctrico y la adquisición de materiales. Por lo mismo, Vicente Urrutia, encargado de sustentabilidad de la empresa, es tajante al señalar que, si se quiere hacer un gran cambio en esta área, “es importante atacar los puntos que tienen mayor impacto. No nos sirve de nada hacer algo que parezca muy ecofriendly cuando en verdad no tiene ningún resultado real en el medio ambiente. Por esta razón, en Green Glass estamos planeando la instalación de paneles solares para poder disminuir nuestra huella de carbono, reduciendo nuestro consumo eléctrico de la red. El proyecto nos permitirá obtener aproximadamente 40 kW al año de energía. Esto se traduce a cerca de un 50% de nuestro consumo anual”.
UN CAMBIO DE SWITCH
Los efectos del cambio climático son innegables y si bien las personas pueden aportar con ciertas acciones concretas para intentar detenerlo o disminuir su impacto, son las empresas las que también deben modificar y regularizar procesos, “porque son las principales causantes”, dice Urrutia.
Por su parte, Claudia Verdugo habla de dos grandes “tirones de oreja” a la industria, siendo el primero el más obvio: el efecto climático. “El segundo es que vemos a comunidades y clientes cada vez más empoderadas y empoderados, quienes optan por marcas con procesos distintos. Ya no solo compran la fachada del producto, sino que quieren saber quién lo hizo, cómo lo hizo, cuáles son las prácticas que hay atrás, cómo lo transportó. Esa mayor exigencia de transparencia ha forzado a las empresas a tener que rendir en sus procesos”.
En la misma línea, Miguel Sánchez – Subgerente de Operaciones y Logística de Volta- señala que hoy, las compañías están mucho más atentas a lo que está pasando con sus clientes y el mercado, porque la sociedad está cada vez más exigente a la hora de comprar: “Cuando voy al supermercado y veo dos productos similares y uno lleva un sello verde señalando que se produce con carbono neutral, me tiento a optar por él porque sé que estoy generando un impacto positivo a nivel consumidor. Por eso las compañías, además de toda la legislación que las obliga a ir en esa dirección, tienen un sentido propio de ir en línea con las nuevas tendencias del mercado”.
Hablar de sostenibilidad a nivel social y empresarial es mucho más que una moda. Es un cambio de switch que cobra una relevancia importante a la hora de cumplir con las regulaciones y con las exigencias de los clientes, conviviendo a su vez con un cambio cultural y con las creencias de las nuevas generaciones. “A lo mejor, hace 20 años en Europa, ya estaban implementando la Ley REP. Nosotros hace 20 años no teníamos rellenos sanitarios disponibles en todas las regiones, ni siquiera estábamos gestionando la disposición final de todos los residuos. Los desafíos de cada país son distintos en distintas épocas. Hoy, por ejemplo, el residuo domiciliario tiene una cobertura bastante alta, probablemente sobre el 95% de la recolección municipal, pero todavía hay regiones que tienen vertederos y no rellenos”, agrega Marisol Garrido.
INNOVACIÓN, TECNOLOGÍA, LOGÍSTICA Y SOSTENIBILIDAD: ¿QUÉ VIENE?
No es novedad señalar que, en los distintos sectores del mercado, la tecnología y la innovación están presentes avanzando a pasos agigantados. Bien lo sabe la neozelandesa Maxiloda al venir de un país reconocido por su sello innovador y tecnológico. La logística sostenible requiere de ambos para funcionar. Las nuevas tendencias en torno a este tema van de la mano con, por ejemplo, el uso de inteligencia artificial. “Todo lo que la AI y los clouds puedan hacer por compartir la data de manera segura, creo que generará una ventaja gigantesca. Por otro lado, está la revalorización de las personas. Si tenemos camiones que se auto manejan, ¿en qué enfocamos a los choferes? La pregunta está no solo en cómo reubicamos recursos, sino en cómo capacitamos a esos recursos. Vienen desafíos a nivel tecnológico y quizás el mayor dolor que tenemos no es implementar las cosas, es no lograr subir a la gente a algunos procesos”, asegura Verdugo.
Para Beetrack, los desafíos en sustentabilidad, sin duda, van de la mano con la tecnología. La empresa dedicada al seguimiento y monitoreo de despachos ve la necesidad de adoptar nuevas y mejores tecnologías para que, al momento de plantear soluciones, sea un apoyo en la eficiencia económica de las operaciones, pero también, en el manejo de datos. Sebastián Ojeda, general manager dispatch track y cofundador de Beetrack, lo ejemplifica: “No solo se tratará de invertir en vehículos no contaminantes, sino también de que las innovaciones aporten en analizar y mejorar los procesos completos, abriendo la puerta a cuestionarnos cómo seguir mejorando en velocidad de entrega de manera sostenible”. Por lo mismo, avanzar a la par con las nuevas tendencias tecnológicas es primordial, “con softwares que impulsen el camino hacia un mejor manejo de datos en la planificación de rutas y monitoreo de entregas, aportando inteligencia para ofrecer un servicio más eficiente y sustentable”, concluye Ojeda.
Y precisamente relacionado al transporte, Green Glass está en búsqueda de proyectos que le permitan efectuar una logística cada vez más sostenible. Además de la implementación de paneles solares, están participando en la adquisición de una van eléctrica para realizar sus despachos. Al igual que otros e-commerce, sus productos los reparten con otras empresas que utilizan autos a combustión de bencina, pero si adquieren esta van, podrán reducir la dependencia de dichos proveedores y lograr que el 50% de sus despachos se realicen gracias a un vehículo eléctrico.
En el caso de Volta la situación es distinta. Tanto Garrido como Sánchez señalan que en la industria general de la logística puede haber mucha medición, optimización y tecnología, pero en la industria de los residuos no es algo tan obvio y lo han ido incorporando poco a poco desde que la empresa existe. Para lograr ser 100% carbono neutral, Volta debe pasar del uso del diésel para trasladar su flota, al uso de hidrógeno verde o energía eléctrica. Según Sánchez, “el proceso no es muy complejo, es dejar de comprar uno y pasar al otro, pero acá está el desafío y tiene que ver con el mercado. En algún momento nuestros clientes van a estar dispuestos a pagar un pequeño extra considerando que esas tecnologías son más caras que las comunes, pero todavía nos falta no solo que las empresas que generan la logística trabajen con estos camiones, sino que también hay que ir potenciando la red de abastecimiento. ¿Cómo logramos de a poco hacer esa transición? Ahí está el desafío”.
Por Carola Hidalgo L.